EN CAMINO HACIA EL JUBILEO
¿Cómo prepararse a este evento tan importante para la vida de la Iglesia si no a través de la oración?
El año 2023 estuvo destinado al redescubrimiento de las enseñanzas conciliares, contenidas sobre todo en las cuatro constitu ciones del Vaticano II. (Dei Verbum sobre la revelación, Lumen Gentium sobre la Iglesia, Sacrosanctum Concilium sobre la liturgia y Gaudium et Spes, sobre “la Iglesia en el mundo contemporáneo».
El año 2024 está dedicado íntegramente a la oración. Aún estamos a tiempo ¡se necesita una verdadera espiritualidad, capaz de responder a las grandes interrogantes que cada día se nos presentan! No hace falta hacer recuento de lo que acontece en nuestro mundo… necesitamos que nuestra oración se eleve con mayor insistencia al Padre, para que escuche la voz de cuantos se dirigen a Él con la confianza de ser atendidos.
Podemos recuperar el tiempo dedicando los días que nos faltan a una escuela de oración al lado de la mejor maestra: María. El tiempo que vamos a comenzar, el adviento, es un tiempo especialmente mariano. Por eso me ha parecido bien recorrer los pasos al lado de Ella y aprender de los lugares, de la tierra que pisó, e ir recogiendo las semillas que podamos de lo que nos dejó.
Nos detendremos especialmente en tres escenas, tratando de entrar en el lugar geográfico, escuchar las palabras, ver los gestos, y sacar las enseñanzas para nuestra vida.
Antes de entrar creo que es importante dar alguna pincelada sobre los distintos niveles de comprensión de un texto bíblico que meditamos.
Recogiendo enseñanzas de los exegetas se nos habla de cuatro niveles de lectura que pueden aplicarse a nuestro modo de captar lo que el Señor – y por tanto María- quiere transmitirnos. Hagamos el esfuerzo de mirar los acontecimientos bíblicos con respecto a nuestras situaciones cotidianas. Como lo hizo María.
El primer nivel atañe a la lectura o escucha «literal», sin más.
En el segundo nivel se nos invita a escuchar bajo la forma de la alusión, sugerencia, evocación…
El tercer nivel es el nivel de la interpretación o de la aclaración (¿breve exégesis?).
El cuarto nivel es el nivel de la revelación del Misterio.
La palabra de Dios recurre a estos cuatro niveles para llevarnos a un viaje al interior, del mundo exterior o físico al mundo interior. Tomemos un ejemplo sencillo: ejemplo, «la puerta». La puerta es un objeto de madera que se abre y se cierra. Es el primer nivel. La puerta separa dos espacios, permite entrar o no y también significa la apertura o el cierre. Es el segundo nivel. Cuando se habla de la puerta del corazón, esta puerta no es material, sino de otro orden; el siguiente versículo nos lo aclara: «Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). Es nivel tercero. Por último, Jesús dice de Él mismo que es la puerta: «En verdad, en verdad os digo: […] Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará» (Jn 10,7.9). Es el cuarto nivel de lectura, la revelación del Misterio.
Asimismo, trataremos de entrar en el santuario de María por los 4 niveles, recorriendo los lugares geográficos, escuchando sus palabras, viendo sus gestos hasta llegar a su Misterio.
Preguntemos y sostengamos esta pregunta diciendo:
«¿Dónde estás, María?» ¿Dónde vives?
Los lugares físicos donde vivió y se estableció María no son en absoluto anodinos. Existe un nexo entre la identidad de María y los lugares donde vivió. Si los evangelistas subrayaron estos distintos lugares es porque querían decirnos algo en particular. Por este motivo, comenzamos observando las regiones y las ciudades donde vivió María. Este enfoque va a permitirnos acercarnos a Ella. Poco a poco nos revelará los distintos significados espirituales de estos lugares y nos introducirá en una relación más cercana y viva con Ella.
María habla poco en los evangelios. La cantidad de sus palabras se reduce a siete. Por eso, los lugares bíblicos donde descubrimos a María son el primer objeto de nuestro estudio orante. Nos ha parecido importante “hacer hablar” a los lugares donde ella estuvo, donde se quedó y de los que se fue. Al encontrarnos con alguien por primera vez, le preguntamos por su ciudad y su casa: «¿Dónde vives? ¿Dónde resides?» El lugar donde vive, así como su nombre forman parte de la identidad de la persona.
Comenzamos, pues, preguntando a María: ¿Dónde vives?
Nos contestará:
Podemos detenernos en dos escenas importantes en Nazaret.
PRIMERA ESCENA: LA ANUNCIACIÓN: “Alégrate, María, está contigo” Lc 1, 28
Esta escena de una Virgen ruborizada nos ha hecho meditar muchas veces en el FIAT y el ECCE que ha marcado nuestra vida. Recordaré siempre unos versos que me llegaron hace muchos años y que he repetido con frecuencia. “Puedes, si dices su Fiat, ser para Jesús su madre y si el ECCE ser Jesús para en María formarte”.
María escucha en este lugar las palabras del ángel Gabriel y es donde, por primera vez, escuchamos su voz, sus palabras.
“al entrar en este mundo, Cristo] dice: No quisiste sacrificio y oblación; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo […] a hacer, oh Dios, tu voluntad!» (Hb 10, 5-7; Sal 40, 7-9 [LXX]).
¡El Fiat de María y el Ecce de Jesús se dan en Nazaret! No abarcaremos este misterio de obediencia. ¿Quién obedece a quién?
María tuvo tiempo para Dios; aprendió a escuchar a través de mediaciones; a discernir y ponderar; a exponer su pensamiento; a acoger la voluntad de Dios; y durante su vida, nunca dejó de vivir estas actitudes reflejadas en el misterio de la Anunciación. Este icono de la vida de María han sido una ventana abierta al Misterio para dejarnos iluminar con su vida y actitudes. En nuestra tradición, lo repetimos durante el día, en el rezo del ángelus, para significar permanecer en la Palabra recibida, con escucha atenta y disponible. La obra del Espíritu se realizó y Dios se hizo hombre en su seno… (XVII Capítulo general)
¡¡Misterio de obediencia!!
El papa Francisco dice que “La Virgen María es maestra de discernimiento: habla poco, escucha mucho y guarda en su corazón (cf. Lc 2,19). Las tres actitudes de la Virgen: hablar poco, escuchar mucho y guardar en el corazón. Y las pocas veces que habla, deja huella. (4 ene 2023).
Salimos de momento de Nazaret y seguimospreguntando a María: ¿Dónde estás María? Nos contestará:
2. En BELÉN de Judea
Primer nivel “Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue”. Lc 2, 6-7
Es el hecho. “La encarnación del Hijo de Dios se realiza en la fragilidad de un niño indefenso y vulnerable; y en la relación respetuosa entre María y José. De su gran amor maduro, nace una vida indefensa que es cuidada y protegida, incluso cuando “ni siquiera hubo sitio para nacer”. Nos muestran cómo han de ser nuestras relaciones y sin olvidar la responsabilidad que asumimos. Nos sentimos llamados a una pedagogía del cuidado con nuestros alumnos; también a relaciones maduras, de entrega y servicio marcadas por el cuidado y la responsabilidad. (XVII Capítulo general)
Segundo nivel
El relato de la natividad de Jesús tiene lugar en un lugar cargado de historia: Belén. Para los evangelistas Mateo y Lucas, María y José vivían en Nazaret, en el norte; sin embargo, Jesús nació en Belén, en el sur. ¿Por qué bajar del norte al sur si María estaba embarazada? Jesús nació en Belén porque sus padres tenían que inscribir se en el censo de esa ciudad. «Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad» (Lc 2,3). Este corto versículo indica que José se consideraba de Belén, independientemente del lugar en donde habitara. El pasaje del Evangelio subraya explícitamente el lugar que unía a José con Belén: «También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta» (Lc 2,4-5).
Belén es importante en la geografía bíblica; la ciudad es mencionada a menudo en el Antiguo Testamento. Es el lugar donde está enterrada Raquel (mujer de Jacob), que había engendrado a Benjamín, «hijo de la diestra» o preferido (Gen 35,16-20). Es el lugar de donde es originario Booz, el esposo de Ruth (Rut 1-2) que engendró a Obed, que engendró a Jesé, el padre de David. Es por tanto el lugar de origen de David (1 Sam 16,1), un pequeño pastor cuyo nombre significa «bien amado». También allí el sucesor del rey David, el Mesías, debía nacer como lo anunció el profeta Miqueas: «Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel» (Miq 5,1). Esta pequeñísima ciudad, calificada también como Efratá, que quiere decir la fecunda, es el lugar donde María dio a luz a Jesús.
Ahora bien, si en Belén nacen unos hijos: Benjamín, el hijo preferido, y luego David, el bien amado, Belén es un lugar de nacimiento, filiación y descendencia. Es evocador el nombre hebreo de Belén. Beth en hebreo significa, entre otras cosas, «la casa».
¿Qué nos enseña María en Belén? Que Belén es para todos, el lugar de nuestro nacimiento y de nuestros orígenes. . Allí da a luz al Hijo del Padre, aquella que desde el principio está en el soplo del Padre. Es la casa del Hijo ya que lo lleva en sus entrañas. En este sentido, también nosotros nos convertimos en «casa de Dios». Ella nos enseña a ser morada y receptáculo para que nosotros hagamos nacer al Verbo. O, por decirlo de otra manera nos enseña el nacimiento de Dios en nuestra alma. Como Ella, llevamos (hombres y mujeres) al niño Jesús en nuestras entrañas. Además, somos llevados por Ella en su seno. Ella es la que nos en gendra a la vida de Dios, como lo hizo con Jesús.
Vivir con María en Belén es vivir en el conocimiento y la confianza del Padre, en su reconocimiento pleno y total y no bajo el reconocimiento de los hombres que son los que la van a perseguir y expulsar de Belén.
No me resisto a reproducir un texto que bien podría servirnos en la contemplación de Belén.
La familia de Jesús no fue precisamente una familia bien colocada, de alta posición, sin contratiempos, de alta cuna, con una vida sin sobresaltos. Entremos en la cueva de Belén, y veamos el exilio en Egipto.
Los egoísmos humanos, la persecución de la verdad, la imposición de los dominadores, la carestía de la vida… han provocado a lo largo de la historia un interminable desfile de exilios, deportaciones, persecuciones ideológicas, campos de refugiados, colonias de emigrantes, etc.
María, José, Jesús no fueron extraños a todo esto. Y hoy, en un mundo con tantos millones de refugiados, exiliados, perseguidos, emigrantes forzosos…, no podemos dejar de pensar en ello. Porque en ellos también hoy Jesús sigue huyendo, emigrando, refugiándose, exiliándose…
Cuarto nivel
¿Qué significado tiene Belén en mi vida?
Podemos cuestionarnos:
- ¿Qué nos dice la situación de nuestro mundo con los millones de personas exiliadas, deportadas, emigradas?…
- ¿Actuamos consecuentemente como personas sensibles y solidarias con todos estos dolores humanos?
- ¿Somos de alguna manera, a nuestra pequeña escala, provocadores de exilio y de huida para los demás?
¿Compromiso?
Apoyar iniciativas de solidaridad correspondientes.
Tratar de extender una mentalidad de tolerancia, de lucha por la justicia, de defensa de los derechos humanos…
Hacer algo por acoger a los marginados, por dar cabida e integración a los que la sociedad rechaza.
Luchar contra la intransigencia, la intolerancia y las persecuciones contra la Iglesia y en la Iglesia misma.
3. VOLVER A NAZARET
SEGUNDA ESCENA: Por ser el que hemos elegido para el MLC nos detenemos más en el de la SAGRADA FAMILIA
Recorramos en la contemplación orante los cuatro niveles:
Primer nivel “María conservaba todo en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc. 2, 51-52)
Segundo nivel
Nazaret es el lugar de la juventud de Jesús, con María y José. En el momento de la Anunciación, María y José vivían en Nazaret, pero no se sabe si era su lugar de origen (Lc 1,26; Lc 2,4 y Lc 2,39).
Nazaret es un pueblo desconocido, escondido e incluso insignificante. Más aún, tiene una reputación negativa: es el evangelista Juan quien relata el desprecio de la gente de la época por ese pueblo. Cuando Felipe le dice que Jesús es el Mesías y que viene de Nazaret, Natanael expresa su desprecio: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Jn 1,45). Nazaret marca la vida oculta de María con José y Jesús.
A menudo, las apariciones de María tienen lugar en pueblos perdidos en la montaña o en los campos: Fátima, Lourdes, Tepeyac, etc.
Tercer nivel
Para nosotros, vivir en Nazaret puede significar el acceso a un espacio donde por fin podemos dejarnos encontrar, cuestionar e interpelar por la voz de María: es un lugar de calma. Nazaret es por tanto el lugar donde la Palabra puede brotar libremente y ser escuchada, porque no cuentan las miradas de los hombres.
Vivir en Nazaret es vivir oculto a los ojos de los hombres, es vivir en la realidad de lo cotidiano, empapados de la presencia de una Madre que nos hace crecer y madurar en la vida espiritual. Recordamos que Jesús en Nazaret “crecía en sabiduría, y en estatura y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).
Nazaret es el lugar de la intimidad con Jesús, con su Padre y nuestro Padre, en el soplo-Espíritu. Vivir en Nazaret es sin duda vivir felices por estar liberados del miedo de la mirada de los demás y de sus juicios.
Nazaret es el lugar de la intimidad y la confianza, el lugar del respeto y convivencia fraterna, el lugar de la sencillez y la humildad. María nos espera allí para nuestro crecimiento y fecundidad en Dios.
Jesús se sitúa en el lugar de los pobres, compartiendo su trabajo y su condición prosaica de cada día, no como una «experiencia’:’, sino como el estilo de toda su vida.
Vivir en Nazareth es valorar lo ordinario, la gente ordinaria, con lo que implica de «pérdida de tiempo», de aparente ineficacia y sensación de no hacer nada interesante. Es valorar el testimonio sencillo, la simple presencia de la amistad, la caridad simple y rutinaria con lo que repetidamente nos encontramos todos los días.
El Nazarethde cada día verifica nuestra madurez humana y espiritual. La caridad, la pobreza, la solidaridad y el servicio del Evangelio no se prueba en lo extraordinario, sino en la rutina del día a día…. ¡Cf. rutina habitada!
La caridad espectacular se puede disfrazar (en sus motivaciones o por el prestigio y satisfacción que produce); no así la caridad monótona con aquellos que Dios pone cada día en nuestro camino.
Reproduzco un texto que me marcó hace muchos años. Fue este:
“Nazaret es la escuela donde se comienza a comprender la vida de Jesús: la escuela del Evangelio. Donde se aprende a ver, a escuchar, a meditar y a penetrar en la significación profunda y misteriosa de la simple, humilde y bella manifestación del Hijo de Dios.
Aquí uno aprende el método que nos permitirá comprender quién es Cristo. Aquí se descubre la necesidad de observar el marco de su estancia entre nosotros: los lugares, los tiempos, las costumbres, el lenguaje, las prácticas religiosas, todo aquello de lo que se sirvió Jesús para revelarse al mundo. Aquí, en esta escuela, uno comprende la necesidad de tener una disciplina espiritual, si quiere seguir las enseñanzas del Evangelio y llegar a ser discípulo de Cristo.
¡Cuánto quisiéramos nosotros convertirnos en niños y entrar en la humilde escuela de Nazaret, cuánto quisiéramos, al lado de María, comenzar a adquirir la verdadera ciencia de la vida y la sabiduría superior de las verdades divinas! Pero no hacemos más que pasar… No nos marchemos, sin embargo, sin antes haber recogido algunas breves lecciones de Nazaret.
Una lección de silencio, primero. Que renazca en nosotros, acechados por tantos clamores de fracaso, de gritos de nuestra vida moderna, bulliciosa y desensibilizada, el amor al silencio, esta admirable e indispensable condición del Espíritu. ¡Oh, silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento, la interioridad, la disposición a escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros, enséñanos la necesidad y el valor del estudio, de la meditación, de la vida personal e interior, de la oración que sólo Dios ve en el silencio!
Una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza austera y simple, su carácter sagrado e inviolable. Aprendamos de Nazaret cómo la formación que recibimos en ella es dulce e insustituible y aprendamos cuál es su papel primordial en el plano social.
Una lección de trabajo. Nazaret, casa del hijo del carpintero, es aquí donde quisiéramos comprender y celebrar la ley severa y redentora de la labor humana; restablecer la consciencia de la nobleza del trabajo; recordar que el trabajo no puede tener un fin en sí mismo, sino que su libertad y su nobleza le vienen; además de su valor económico, de los valores a cuyos fines nobles sirve.
Y para terminar quisiéramos saludar aquí a todos los trabajadores del mundo y mostrarles su gran modelo, su hermano divino, el profeta de todas las causas justas, Cristo nuestro Señor. (Homilía de Pablo VI en Nazaret 5 de enero, 1964)
Cuarto nivel
Entremos en Nazaret
Ya me gustaría estar en Nazaret, y estar como estaría Ella, María, viviendo en la paz, saboreando la interioridad, trabajando con sosiego, charlando con María, José y Jesús, compartiendo confidencias… Sitúate si puedes en esta Escuela y arranca, como decía Pablo VI alguna lección para tu vida… ¿Cuál?
- Observa… alguna escena…
- Escucha las palabras que se te dirigen
- Toca algún objeto familiar y empápate de él…
- Huele el olor de familia… ¿a qué huele?
- Come en familia. ¡Observa la mesa y siéntate en ella… conversa!
Canto:
“Desde abajo y desde cerca, te encarnas en Nazaret…
Y en las cosas más sencillas nos invitas a creer.”
Y seguimos preguntando:
EN CANÁ DE GALILEA… “Haced lo que él os diga” Jn 2, 5
Primer nivel (El hecho en sí mismo)
Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. También fueron invitados a la boda Jesús y sus discípulos
Segundo nivel
Juan, en el Evangelio, habla de María solamente dos veces, una vez en Caná de Galilea y la otra vez delante de la cruz. Es un episodio muy especial porque en los evangelios de Mateo y de Lucas, María está presente en los relatos del nacimiento y la infancia de Jesús. Juan es el único que relata la presencia de María cerca de Jesús adulto. Ningún otro evangelio relata el milagro de Caná. En Caná, Jesús y María están invitados a una boda. Es una fiesta, hay baile, risas y alegría. Están felices, hay ruido, conversaciones, comida en abundancia y demasiado poco vino.
Tercer nivel
¿Qué nos enseña y transmite María en este lugar?
Las tres primeras palabras de este corto pasaje bíblico nos introducen en otra dimensión: va a ocurrir algo excepcional. En efecto, la expresión «el tercer día» es una fórmula particular en el Antiguo Testamento; esta indicación determina el día de la revelación del Señor en el Sinaí «Estén preparados para el tercer día; pues el tercer día descenderá el Señor sobre la montaña del Sinaí a la vista del pueblo» (Ex 19,11). Esto anuncia por tanto una manifestación de Dios.
En el Nuevo Testamento, la expresión tercer día» hace referencia al día de la resurrección. Por ejemplo, en la Carta a los Corintios: «Jesús resucitó al tercer día, según las Escrituras» (1 Cor 15,4). Lo que va a ocurrir en Caná está por tanto presentado como un acontecimiento de revelación, una manifestación no humana, sino divina.
«Y, como faltó vino, la madre de Jesús le dijo: —No tienen vino. Jesús le respondió: -Mujer, ¿qué nos importa a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora.(Jn 2,3-5).
Es María quien se da cuenta de que falta algo y lo comunica a su hijo. Y añade: «Haced lo que él os diga». Esta frase que María dirige a los sirvientes da testimonio de su confianza incondicional hacia Jesús. María es la primera en abrir el camino y se convierte en la primera en mostrar el camino. María, madre de Jesús, ve lo que los demás no han visto. No pide nada a su hijo, solo señala la dificultad. Y Jesús parece responderle otra cosa. María entiende que Jesús lo ha oído y pasa detrás de Él para llevar a los sirvientes a escuchar a su Hijo.
María y Jesús se entienden más allá de las apariencias, aunque leemos esta frase sorprendente: «-Mujer, ¿qué nos importa a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora.». Esto no significa desprecio ni una falta de respeto hacia María, sino solamente que toma sus distancias. Esto es evidente a causa de lo que dice a continuación: «Todavía no ha llegado mi hora». Se trata de la hora de su pasión y muerte en la cruz que anuncia la revelación de la resurrección. Por este motivo, Jesús establece una distancia con su madre: el momento del inicio de su pasión todavía no ha llegado.
Jesús les dijo: -Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: -Sacadlas ahora y llevadlas al maestresala. Así lo hicieron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde provenía -aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían» (Jn 2,8-9).
En el episodio de las bodas de Caná, el vino prefigura el amor y el don perfecto de sí mismo. Es Jesús que se entrega. Al cambiar el agua en vino, Cristo da su vida a beber a los invitados. Además, Jesús no solo quiere hacer eso. Cada una de las órdenes formuladas por Jesús es ejecutada inmediatamente y Jesús asocia a los sirvientes a su milagro.
Esta manera de proceder señala el deseo de Jesús de que participemos cada uno de nosotros. Por y gracias a María, la palabra de Cristo llama a los sirvientes a colaborar con Él para producir este signo, este milagro de la transformación del agua en vino. La llamamos corredentora.
Cuarto nivel
Busquemos nuestro «Caná interior». ¿Por qué ir a ese lugar nupcial? Precisamente porque es un lugar de alegría compartida. Estar en Caná significa estar en un espacio de entrega, ya que cada vez que estamos en el servicio, nos entregamos en un acto de generosidad y de luz. El servicio en cuanto don de sí mismo está en el rango de una transmutación, de un testimonio de bondad y de luz.
Esta transformación interior está en el rango del desposorio: María no solamente nos engendra a la vida divina, sino que prepara en nosotros el desposorio con el Verbo, su Hijo. Caná es el lugar de la caridad que no proviene de nuestras propias capacidades, sino de la preocupación de María por nosotros y nuestros hermanos y hermanas.
No hagas nada por tu cuenta sino acógete a ser un buen vino para tus hermanos en las manos de Cristo. Este lugar es eminentemente activo ya que para nosotros se tratará de estar muy presentes en estos encuentros de lo cotidiano con el fin de dejar actuar en nosotros y por medio de nosotros ese mi lagro de la abundancia de la vida de Jesús.
Allí está nuestra alegría, allí se da el verdadero desposorio, allí está el signo de una alianza hecha de intercambio, colaboración y comunión. Si Nazaret es el lugar del crecimiento en Dios, Caná es entonces el lugar de la caridad por María con Jesús.
Es la última palabra expresa de María en el Evangelio. Y es como su Testamento hecho mandato. Nos acerca ya el mandamiento Nuevo de Jesús, que sabemos lo que nos dice.
El “Haced lo que él os diga”, dirigidas a los que servían, son una invitación también a nosotros, a ponernos a disposición de Jesús, que vino a servir y no a ser servido. El servicio es el criterio del verdadero amor. El que ama sirve, se pone al servicio de los demás.
María está atenta, atenta en esas bodas ya comenzadas, es solícita a las necesidades de los novios. … El vino es signo de alegría, de amor, de abundancia. Al final gustaron el mejor de los vinos. Y esa es la buena noticia: el mejor de los vinos está por venir.
El mejor de los vinos está en la esperanza, está por venir para cada persona que se arriesga al amor. Y el mejor de los vinos está por venir, aunque todas las variables y estadísticas digan lo contrario; el mejor vino está por venir en aquellos que hoy ven derrumbarse todo.
María no se presenta sólo como aquella que está detrás de nosotros, al comienzo de la Iglesia, sino también como quien está ante nosotros «como modelo de santidad para el pueblo de Dios».
Ella está idealmente ante todo el pueblo cristiano repitiendo siempre lo que dijo en Caná: «Haced lo que Él os diga».
María está presente hoy entre nosotros como lo estuvo en las bodas de Caná: atenta a la necesidad concreta de cada uno. Intercede ante su Hijo. Ella percibe nuestra necesidad; “No tienen vino” y pone el remedio infalible: la oración y le presenta la necesidad a su Hijo.
- Es posible que muchas veces no encuentres sentido a tu vida, que no veas el por qué y el para qué de tu vivir, de tu sufrir, de tu trabajo diario. Detecta por un momento tu necesidad y preséntasela a María.