Como miembros del Movimiento Laico Concepcionista, pertenecemos al grupo de ORANTES. Y porque creemos en la fuerza de la oración, nos sentimos llamados, con un corazón universal, a ensanchar la misión concepcionista en el mundo. ¿Nosotros? ¡Sí, nosotros! ¿No decía Arquímedes, con anterioridad al cristianismo, “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”? Él confiaba en la palanca, nosotros nos apoyamos en la oración.
La nuestra es el punto de apoyo gracias al cual la palanca concepcionista moverá el mundo. También extendemos nuestra preocupación orante a la Iglesia en general: “Hay que sentir con la Iglesia”, nos decía M. Carmen. Y en especial al Papa, su cabeza visible, que hace pocos días pedía con humildad “rezad por mí”. En general, no tenemos encuentros de grupo como nuestros hermanos “activos” (todos somos activos y orantes de alguna manera).
Pero vamos profundizando el conocimiento del carisma, y conociendo las necesidades de la Congregación y de la Iglesia a través de las cartas que nos envía nuestra Religiosa acompañante. Nuestros hermanos de grupos activos nos invitan, sin ningún tipo de “obligación”, a compartir las reuniones generales: retiros, convivencias, etc. Siempre asisten algunos, pero siempre la decisión se toma por cada uno, en función de sus posibilidades y preferencias. Y… ¿por qué conformarnos con poco, en las cosas de Dios? ¡Nosotros somos más ambiciosos! Sabemos que en el año 2000, en el Capítulo General en que las Madres Concepcionistas acordaron poner en marcha el Movimiento Laico, también concepcionista, hablaron de miembros activos, orantes y enfermos. Luego, en los Estatutos, los enfermos no aparecían de modo explícito, pero nos ha parecido una gran riqueza incorporarlos a la sección de orantes, contar entre sus miembros con antiguos alumnos, conocidos, familiares, etc, enfermos, que pueden orar, poco o mucho, y ofrecer además su sufrimiento por nuestras mismas intenciones, eclesiales y congregacionales.
También ellos recibirán estos mensajes, contribuyendo a llenar de sentido su vida precisamente en la enfermedad. Y todos oramos, unos por otros. Esperamos que muchos se sumen a nosotros, que se note que todos creemos en la fuerza de la oración. “¡Adelante, siempre adelante!” como nos decía M. Carmen, y cuya expresión ha sido elegida como lema de su Canonización.